22 de noviembre 2020. XXXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. Mt 25,31-46
Fiesta de Jesucristo Rey. Evangelio del Juicio final. Hay quién dice que este texto «resulta incómodo», porque se entiende demasiado, es muy directo, no admite otras interpretaciones. El «examen final» será sobre hechos muy concretos. No sobre palabras e intenciones o deseos, sino si hicimos o dejamos de hacer a los demás. Con una motivación impresionante: «a mí me lo hicisteis»; y como denominador común, el amor.
Pilato preguntó a Jesús: «¿Tú eres rey?» Y Jesús contestó: «Así es, pero mi reino no es de este mundo». No es un reino de poder, ni de riquezas, ni de privilegios. Es un reino donde se vive la verdad y la justicia, la santidad y la Gracia, el amor y la paz.
Cuando Jesús vino, puso en marcha el Reino de Dios, y nos encomendó la tarea de implantarlo en el mundo: el Reino de Dios está en medio de vosotros. Rezamos diciendo «venga a nosotros tu Reino»; pero ¿qué hacemos para que sea así? Solo si vivimos haciendo realidad los valores del Reino, lo estaremos implantando en el mundo. Al final Jesús vendrá de nuevo para culminar lo que había puesto en marcha, y dirá a los que han colaborado con él: «Venid, benditos de mi Padre». Entrad en el banquete del Reino, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…
Juan Ramón Gómez Pascual, cmf