La república popular de Donetsk fue autoproclamada en abril de 2014 por parte de la población de Ucrania que no era partidaria de la apertura europeísta del gobierno, sino que defendían una política prorrusa. Ello generó un conflicto que ha ido poco a poco perdiendo el foco de los medios hasta llegar hoy casi al olvido. En este contexto crispado y violento hay que situar las historias que nos retrata Donbáss, película de Sergei Loznitsa, realizador que frecuentó el documentalismo y que en este caso aborda con las formas de la ficción diversas situaciones enmarcadas en el conflicto señalado. A lo largo de las dos horas que dura la película asistimos a diversas historias que nos acercan a situaciones vividas por los contendientes en el conflicto y por la población civil.
Aun cuando el telón de fondo de Donbáss es una guerra, no creo que estemos ante una película bélica al uso. Tampoco asistimos al desarrollo de una historia convencional. Por supuesto, no hay asomo de épica en sus imágenes, sino que nos muestra el modo como la violencia se inocula en la cotidianeidad. Son varias historias, con protagonistas diversos (quien es protagonista en una, actúa como un personaje secundario en otra). Tienen en común la presentación del desgarro que produce la violencia y las variadas formas de supervivencia y manipulación que vienen implícitas en la confrontación.
La percepción ofrecida por Donbáss no puede ser más pesimista. Algunas de las historias sacuden nuestra conciencia presentándonos situaciones que molestan a quien las contempla. El realizador detiene la mirada en planos secuencia que parecen no terminar, alargando los hechos hasta límites insoportables. Así, por ejemplo, asistimos a la vejación a que es sometido un soldado por parte de la población civil que le golpea, insulta, escupe, mientras permanece atado a un poste junto a dos soldados que apenas intervienen en su defensa. O también vemos la manipulación que sufre un ciudadano a quien le roban el coche y cuando recibe un aviso para que lo recoja se ve obligado a reunir dinero para financiar a las fuerzas que intervienen en el conflicto. O la triste situación de los civiles que malviven semiocultos en sótanos oscuros, en condiciones insalubres y nada higiénicas, mientras a continuación, casi sin cortar el plano, vemos el estilo de vida de los burócratas a quienes nada le falta. O el espectáculo de una boda que parece un esperpéntico paréntesis en medio del horror.
Todo ello es presentado con largos planos secuencia que no escamotean al espectador el drama del conflicto. La primera y la última secuencia de la película abre y cierra el círculo de los actos violentos e irracionales que sacuden sus fotogramas.
Donbáss nos acerca a una de esas guerras olvidadas que, sin estar presentes en la actualidad de los noticiarios e informativos, siguen doliendo y afectando las vidas de quienes las sufren. Y desgraciadamente nos ofrece una imagen poco halagüeña de nuestra naturaleza.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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