Una pareja interracial, él un joven fotógrafo de raza negra, ella una joven blanca, va a pasar un fin de semana a la lujosa casa de los padres de ella, profesionales de clase alta, especialistas en neurocirugía y en psiquiatría e hipnosis. El comienzo nos remite a Adivina quién viene esta noche, película de 1967 rodada en plena ebullición de la lucha por los derechos civiles de la población negra en Estados Unidos. En este caso, el devenir de la película transitará por un terreno en apariencia muy diferente. Los padres de la chica, que forman parte de la población blanca, liberal, votantes de Obama, reciben a su futuro yerno con suma amabilidad, de modo que los temores iniciales de éste parecen desvanecerse. Sin embargo, todo derivará de modo diferente a como dan a entender los primeros minutos. La secuencia inicial, rodada en un plano secuencia con una utilización muy adecuada de la música, ya nos pone sobre aviso de lo que se avecina una vez la película ha dispuesto todas sus cartas sobre la mesa. Así, la aparente comedia que podía aventurarse adquiere muy pronto tintes de tensión que derivan en terror y en una espiral de violencia previsible. Confieso que no soy seguidor del cine de terror. Sin embargo, Déjame salir (traducción invertida del original, GetOut) no responde al estereotipo de película llena de efectos pensados para provocar miedo. Más bien, es la presencia de una cierta normalidad amable y conciliadora la que nos hace mantenernos alerta, esperando el momento en que todo se trastoque. Ese momento llega, pero no lo hace de modo que nos sorprenda ni mucho menos nos asuste.

Más allá de la historia que se nos cuenta (muy bien, por cierto: la película se sigue con interés y atrapa la atención del espectador), me parece destacable su aportación como parábola y retrato de la hipocresía social de quienes ocultan, bajo sus aparentes buenas intenciones, una voluntad de dominación y menosprecio hacia quienes son diferentes y considerados inferiores. La película pretende ofrecer una reflexión crítica bajo los ropajes del cine de género.

Ahora bien, siempre es posible enfocar la película como una simple sesión de entretenimiento con refresco y palomitas (a quienes gusten de estos ingredientes). Y tal vez tengan también razón.

Antonio Venceslá, cmf

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