¿De qué hablamos cuando decimos “necropolíticas” migratorias?

Llevamos meses viendo las noticias de muertes en el mar en la que se ha denominado la ‘ruta migratoria canaria’, la que siguen las embarcaciones provenientes de la costa noroeste del continente africano para llegar a nuestras islas.

 

Desde la mayoría de colectivos de las islas que apoyamos a las personas migrantes que luchan por sus derechos, consideramos estas muertes como asesinatos, por ser responsabilidad de las políticas migratorias de la Unión Europea y, por tanto, evitables. Políticas que les impiden viajar a través de rutas seguras con visados, seguridad y derechos, como las europeas que desean viajar a África. Un hecho que las obliga a ponerse en manos de las mafias, a poner en riesgo sus vidas en peligrosos viajes y a ser tratadas como personas de segunda, desechables, cuando logran llegar a la costa. Políticas que levantan muros, crean guardias fronterizas (como FRONTEX), pagan a países como Marruecos, Libia o Turquía, que incumplen los derechos humanos, para que vigilen las fronteras y, por si fuera poco, obtienen beneficios de todo ello a costa de las vidas de las migrantes sin derechos.

 

No menos responsable de la tragedia que se vive en el mar es el expolio constante al que se somete a los países de origen de estos flujos migratorios a manos de empresas y gobiernos de los estados que se autonombran ‘desarrollados’ o ‘ricos’, pero que fundamentan su desarrollo y riqueza en las materias primas que roban o compran a precio de saldo en sus antiguas colonias, es el neocolonialismo en estado puro. Responsables del expolio que no dudan en utilizar la guerra fratricida, las intervenciones militares exteriores, gobiernos corruptos o mercenarios para proteger sus intereses económicos.

 

Son asesinatos, porque estableciendo rutas seguras y con derechos, se detendrían estas muertes inútiles que no muestran sino el fracaso de un sistema que genera privilegios a costa del empobrecimiento de otras. Pero las muertes y desapariciones en el mar implican, sobre todo, el sufrimiento de familias que esperan noticias, la pérdida de vidas cargadas de futuro de una forma inútil, el trauma de las que consiguen sobrevivir, pero han tenido que presenciar la lenta agonía de familiares o amistades en el camino.

 

A pesar de las dimensiones de este drama humanitario que se ha llevado más de 500 vidas en lo que va de año en la ruta migratoria canaria según OIM y cerca de 2.000 según Caminando Fronteras, no existe ningún recurso institucional para informar a las familias angustiadas frente a la falta de noticias o para hacer seguimiento de las muertes en el mar. Menos aún se dota de los medios necesarios a Salvamento Marítimo, como se viene denunciando hace años, invirtiendo cientos de millones en dispositivos como el SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior) que se han demostrado ineficaces en muchos casos o FRONTEX, la guardia fronteriza europea, que cuenta en su haber numerosas denuncias por violación de los derechos humanos de las personas que migran.

 

José Antonio Benítez Pineda, cmf

(FOTO: OIM/Peter Schatzer)

 

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