1 – «La fe mueve montañas». vemos al ciego Bartimeo sentado al borde de un camino, pidiendo limosna. Ante el paso de Jesús, convencido de que es su única oportunidad de recuperar la visión, grita para que lo oiga: «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí». En respuesta a su fe, Jesús realiza el milagro diciéndole: «vete, tu fe te ha salvado». Pero el nuevo vidente no se marcha. Al contrario, robustecido en su fe, sigue el camino de Jesús. Miembros de nuestras familias a menudo se encuentran como Bartimeo: ciegos, desorientados, perdidos, al borde del camino. En esas situaciones qué bueno sería ayudarles a acercarse a Jesús…
2 – «La fe sin obras no es fe». Jesús recorre el camino rodeado de muchos seguidores, que desoyen la petición de auxilio del ciego, e incluso intenta callarle para que no moleste. Su insensibilidad es evidente. Muestran su rechazo, indiferencia o, aún peor, el desprecio a un hombre que sufre. Jesús nos enseña que la fe verdadera lleva siempre a la caridad y que ambas caracterizan la conducta del cristiano. Cuanto más profunda es la fe, más intensa será la caridad. A menudo aquellos de nuestra familia que se dicen no cristianos evidencian nuestras incoherencias y, en lugar de ser ocasión para el encuentro con Dios, nos convertimos en todo lo contrario.
Propuesta para cuidar la familia esta semana:
Transmitamos la fe al resto de nuestra familia desde un estilo de vida acorde con la escala de valores del cristiano, en la que prima la solidaridad con los demás, de modo particular con los que sufren y los que son más necesitados.
Pilar Jiménez y Fernando Hernández