Cuida tu familia: revisad un día de la familia para ver si vivimos desde el Amor

En el Evangelio de hoy, una vez más, los fariseos y letrados se encaran con Jesús al observar que sus discípulos no se lavaban las manos antes de comer y, otra vez más, serán rebatidos con contundencia. Para las autoridades religiosas el incumplimiento de las múltiples normas y preceptos de la Ley hacían impuro al hombre, a lo que Jesús les responde que lo externo no es lo que lo hace impuro sino lo que sale de su “corazón”, que es el motor que rige sus impulsos. Hoy sabemos que el corazón tiene otras funciones y que esos impulsos proceden del cerebro, de muestra mente, que es la que conforma nuestros personalidad y nuestra conducta; es el centro del que emergen nuestros pensamientos y nuestras decisiones, que se traducen en palabras y acciones, tomando la decisión libre de escoger el camino del mal, del egoísmo que destruya, o del bien, del amor que construye. En definitiva, ese “corazón” es el sitio de la conversión, de la acogida de la Palabra de Dios y de su puesta en práctica.

También en el seno de nuestras familias podemos acumular «normas» y «costumbres» e «inercias» que dificulten precisamente, vivir desde el corazón o más fielmente a lo que la Palabra de Dios nos pide.

Porque la voluntad de Dios no es la de que observemos con rigidez una serie inacabable de normas, que parecen más preceptos humanos, sino la de que purifiquemos nuestra conducta proyectando amor hacia los demás. Estemos por tanto atentos y revisemos con frecuencia el estado de salud de nuestro cristianismo, no sea que, con los más cercanos – estemos «cumpliendo» normas pero olvidando lo más importante: el Amor entre nosotros.

Propuesta para cuidar la familia:

Qué constumbre más sana es buscar hueco para hacer un breve análisis de nuestro comportamiento a lo largo del día, valorar si estamos satisfecho con él y ponernos en mano de Jesús para que guíe nuestra conducta durante la siguiente jornada. Pues hagamos ese examen sobre un día cualquiera en nuestra familia para caer en la cuenta de si estamos obrando según el Evangelio o viviendo -incluso siendo «muy cumplidores» con la familia- lejos del corazón, del amor a los demás.

Pilar Jiménez y Fernando Hernández

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