Jesús, prototipo de Maestro, aprovecha cualquier situación para enseñar a sus discípulos. Así, cuando le comentan que habían prohibido a un exorcista actuar por cuenta propia en el nombre de Jesús, les indica que no intenten poseerlo en exclusiva, cuando después serán ellos los encargados de difundir su doctrina por otras regiones. Les aclara que el bien es siempre bien, venga de quien venga. Ninguna comunidad cristiana debería, pues, sentirse en posesión exclusiva de la Verdad; al contrario, debe tolerar a otras formas de pensar y de vivir. Quizá esto tiene buena aplicación para nuestras familias: por muy unida que estemos en el seno de la misma siembre habrá diferentes modos de actuar, de pensar, de entender las cosas…
En el texto, a continuación Jesús les da algunas sentencias bien radicales contra los que son motivo de escándalo o de pecado para otros, aconsejando combatir siempre el mal que llevamos dentro para que no repercuta en otros.
Podemos deducir de esta Lectura que todo lo nuestro (vida, salud, familia, posición social) carece de valor absoluto si lo referimos a Jesús, de forma que, si nos conduce a Él, será bueno por insignificante que sea y, si nos aleja, deberemos eliminarlo por importante que parezca.
Propuesta para cuidar la familia esta semana:
Consideremos siempre a Jesús la guía de nuestra vida, revisando constantemente nuestras actitudes a nivel personal, familiar, profesional y social y aprendiendo a ser tolerantes y comprensivos incluso con los que no piensan como nosotros.
Pilar Jiménez y Fernando Hernández