Cuida tu familia: pon en manos de Dios lo que os hace sufrir

Aunque el texto, por su densidad, permite muchos comentarios, vamos a centrarnos sólo en la respuesta de Jesús a la petición de unos griegos que deseaban conocerlo. Sintiendo la inminencia de su Pasión, Cristo contesta: “Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado”, la hora dramática y gloriosa de la cruz, la hora de que el grano de trigo muera para dar fruto. No pide al Padre al Padre que le libre de la cruz, sino que le ayude a aceptar su voluntad y que con su muerte y resurrección su nombre sea glorificado.

Nuestra familia, como aquellos griegos, debe mantener siempre la inquietud de conocer a Jesús. Su rechazo instintivo a la tortura que le esperaba hace que lo sintamos muy próximo a nosotros por su condición humana, mientras que su aceptación posterior hasta la muerte nos marca el destino cristiano del sufrimiento y lo convierte en nuestro guía en el caminar familiar.

Pensemos que nuestra vida, la que desarrollamos con nuestros seres más queridos, es un camino hacia Dios que no siempre es un camino de rosas, como no hay rosas sin espinas y Cristo nos muestra el camino. Aprovechemos, pues, nuestras espinas y dediquémoselas al que venció al sufrimiento y a la muerte. Cuando suframos, no pensemos que Dios se esconde y deja de escucharnos. Al contrario, pongámonos en sus manos sin condiciones y así lo que considerábamos un silencio de Dios se convertirá en una confianza plena en la acogida que El nos reserva. La Pasión y Resurrección de Cristo lo atestiguan. Y nuestra familia saldrá reforzada.

Propuesta para cuidar la familia:

Poner en manos de Dios, como familia, una situación que no comprendamos, que nos haga sufrir.

Pilar Jiménez y Fernando Hernández

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