DOMINGO DEL SANTÍSIMO CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO (Jn 6, 51-59)
El Evangelio de hoy, por su profundidad, merece ser leído y releído con detención. Dice Santo Tomás de Aquino al respecto: “El Hijo de Dios, queriendo que participáramos de su divinidad… dejó a sus fieles su carne como comida y su sangre como bebida bajo las especies de pan y vino”. Ese pan y vino eucarísticos nos hacen participar de la vida eterna de Jesús y nos convierte a todos en hermanos.
Así, las familias cristianas que participamos de la Ecuaristía deberíamos -mucho más allá de la práctica rutinaria o descomprometida- vivir en proceso continuo de transformación, para identificarnos cada vez más con el Señor (“somos lo que comemos” dice un famoso adagio nutricionista) y ser más sensible a los demás. Vivir auténticamente la Eucaristía, debería ser garantía de una experiencia familiar sana y plena. Parafraseando a San Juan Pablo II: “La familia que celebra la Eucarístia -que es vínculo de unidad-…. permanece unida”.
Propuesta para cuidar la familia esta semana:
Participar en alguna Eucaristía todos juntos y dialogar después sobre qué ha supuesto para cada uno.
Pilar Jiménez-Casquet y Fernando Hernández