¿Cuál es la “lógica” que debe presidir las relaciones familiares?¿Qué principio debe reinar? Quizá el Evangelio de este domingo pueda iluminarnos.
Muchas veces nos hemos preguntado por qué Jesús fue a bautizarse. Si el bautismo es un “limpiarse” del pecado ¿Cómo es que Jesucristo, que no era pecador, fue a bautizarse? Eso mismo se lo recordó el propio Juan en otro pasaje evangélico cuando le dice: “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿Y tú vienes a mí?” Pero era necesario que Jesús fuera reconocido públicamente por su antecesor. Juan, al bautizar a Jesús, estaba declarando a todos que aquí estaba Aquel a quien ellos habían estado esperando, el Hijo de Dios.
Otra razón importante para el bautismo de Jesús es que Él, al hacerse hombre, se identificaba con los pecadores; así, su bautismo simbolizaba el bautismo de los pecadores para ser capaces de caminar en una vida nueva.
Una razón más: en esa escena vemos como Jesucristo recibe el beneplácito directamente del Cielo, con aquella paloma y aquella voz que hizo pública, ante los que Jesús había venido a salvar, la condición de Cristo como el mismo Hijo de Dios. Por eso, esta escena es un testimonio público de la naturaleza trina de Dios pues en ella se manifiesta el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Resulta controvertida la figura de Juan frente a Jesús. Para muchos, El Bautista es el portador de la ira de Dios contra la humanidad empecatada, Dios es el hacha que corta los árboles que no producen fruto. Juan es, entonces, leñador. Frente a ello, Jesús es sembrador, siembra amor. Así manifiesta un Dios que no es un justiciero, sino un padre amoroso.
Es por ello que el Evangelista dice en otro pasaje que Juan tiene que menguar para que crezca Jesús. Se podría interpretar, entonces, como que la figura del Dios de la justicia –humana- se va retirando para que llegue el Dios amoroso que viene aplicar otro justicia que es amor, que no dice “si me das te doy, si me perdonas te perdono, si vales te premio”… no, dice que te perdono aunque no te arrepientas, que de doy aunque no me des, que para Mí vales mucho aunque a los ojos de los hombre no valgas nada. ¿Y no es eso acaso lo que debería pasar en las familias cristianas? ¿No es ésta la lógica de amor que debe presidir las relaciones dentro de las familias?
Propuesta para cuidar la familia esta semana:
Examinarnos de si la nuestra la preside la “lógica del amor” frente a otras como la “justicia”, el “llevar cuentas”, el “hacer si tú haces” etc…
Alicia del Pozo y Francisco Bonachera