III DOMINGO DE PASCUA (Lc 24, 13-35)
Lucas, en su largo relato, nos narra el acercamiento de Jesús a dos discípulos que vuelven a su pueblo desanimados por el final del Maestro. No lo reconocen. Pero su presencia les fortalece y lo reconocen al bendecir y partir el pan. Qué bien nos viene en estos momentos este Evangelio. Muchas familias viven “cabizbajas”, desanimadas, preocupadas, desesperadas… Pero el Resucitado no deja de acompañarnos, para infundirnos luz y enviarnos a compartir la alegría de la fe en estos difíciles momentos.
Propuesta para cuidar la familia esta semana:
Esta semana, como los díscipulos de Emaús tras reconocer a Jesús, vamos a sentirnos enviados a comunicar a otros la Buena Noticia. Quizá sea suficiente con escribir un mensaje de ánimo como familia a otra que sepamos que está pasándolo mal.
Pilar Jiménez-Casquet y Fernando Hernández
