“¿Entonces qué hacemos?… El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene… No exijáis más de lo establecido… No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias”.
Todavía no había venido el que nos bautizaría con Espíritu Santo y proclamaría la Ley del amor incondicional. Se trata de algo previo, de una ética elemental.
Muchas familias andan rotas o con frías relaciones por causa de los intereses económicos derivados del reparto de herencias, o por diferencias en los negocios familiares u otras cuestiones. Pues bien, hay que repartir la túnica con generosidad, no hacer extorsión a nadie, y menos a un familiar, y no andar denunciándose entre hermanos o parientes. Y aún esto es previo al amor desinteresado del Nuevo Testamento.
Propuesta para cuidar tu familia:
Busca apaciguar con generosidad las roturas o enfriamientos de relación con familiares por causa de diferencias económicas, disputas o pleitos, por muy vivos que estén o sean muy antiguos y estén severamente enquistados.
Aunque tú no seas parte en estos enfrentamientos trabaja para allanar caminos de entendimiento y generosidad entre parientes.
Margarita Angulo y José Morenodávila