LECTURA (XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO)
Mc 10, 17-27:
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
-Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le contestó:
-¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.
El replicó:
-Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo:
-Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo-, y luego sígueme.
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
-¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió:
-Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban:
-Entonces, ¿quién puede salvarse?
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
-Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.
COMENTARIO
CUIDAR a Jesús es escucharle y hablarle, es decir, mantener con Él un diálogo fluido y sincero.
Es lo que pretendió hacer el joven del Evangelio de este fin de semana.
Me ha parecido una catequesis fabulosa.
- «Se le acercó uno corriendo»
(lo podemos encontrar en diversos lugares y «personas»).
- Le dijo: «maestro bueno»
(oración de alabanza, de reconocimiento de su bondad)
- Le preguntó: «¿qué tengo que hacer para ir al cielo, para ser de los tuyos?
(¿le preguntas cosas a Jesús?)
- Jesús le responde con niveles de exigencias: «Si quieres ser de los míos deja todo lo tuyo (dinero, apegos, ataduras…) y sígueme».
El resto da un poco de pena: «frunció el ceño» (porque, como nosotros, tenía muchas ataduras, muchos otros intereses, la mayoría, distintos a los de Jesús).
PROPUESTA PARA CUIDAR A LA FAMILIA
Recemos en FAMILIA está oración u otra similar:
«Señor, muchas veces al dirigirme a ti, no tomo consciencia, ni la seriedad apropiada. Perdóname. Son tantas mis distracciones humanas, que no me tomo el tiempo necesario para escucharte y comprometerme contigo. Quiero seguirte como tú lo deseas.
Te pido que me ayudes a poner mis riquezas, mis dones a tu servicio a través de mis hermanos y semejantes.»
Manuel Devolx