Competencia oficial

El cine argentino se caracteriza por ofrecer películas que cuidan mucho los guiones y profundizan con solidez en diversas situaciones con un marcado tono tragicómico. Son películas serias, pero que no eluden también la comedia, el sarcasmo y la farsa. En Competencia oficial los realizadores Gastón Duprat y Mariano Cohn reinciden en ello (ya lo habían hecho de manera acertada en Un ciudadano ilustre) a partir de la historia de una película por hacer: un millonario desea dejar tras de sí una huella imperecedera en forma de película reconocida. Así se nos describe todo el proceso de preparación de dicha película gestionado por una directora que ha alcanzado celebridad y no está sobrada de ego (a la que interpreta Penélope Cruz) y los actores principales, muy diferentes entre sí, con estilos interpretativos opuestos (uno, entregado a un cine comercial que prima ante todo el reconocimiento del público; otro, más partidario de propuestas alternativas que buscan la creación de un mundo propio, ajeno a las expectativas comerciales) y que rivalizan por llevar las aguas a su molino. Antonio Banderas y el actor argentino Óscar Martínez, interpretan a uno y otro, respectivamente.

Y los tres personajes se reúnen durante nueve días en una casa minimalista, con decorados fríos e impersonales, para preparar la película. La realizadora se propone dominar el ego de los actores (de los que ninguno de los dos está falto) proponiéndoles motivos para construir sus personajes e ir limando las asperezas de unos caracteres tan opuestos. Las jornadas van transcurriendo sorteando las trampas que ambos se colocan para quedar siempre por encima del otro, en una suerte de competencia constante que solo busca satisfacer la propia autoestima.

Buena parte de la solvencia de Competencia oficial descansa en el trabajo de sus intérpretes principales que dan a sus personajes un tono autoparódico, que por momentos parece un juego metacinematográfico, como si quienes les dan cuerpo se rieran de ellos, y tal vez de sí mismos. Quienes mueven los hilos de la función, los citados realizadores argentinos, han elegido una actriz y unos actores de primer nivel que parecen guardar cierta relación con los personajes que interpretan y así se entregan a poner en pie un guion que no es ajeno a cierta imagen que ellos pueden proyectar, incluso a su pesar.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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