“A Elba, compañera de luna enardecida en el labio de un lucero.”
Amiga de mi luna entristecida,
coloca tus manos
en el aliento de mis dedos.
Abre la espuma de una caracola
y muéstrame la tierra de tus ojos.
La noche se entrega
como un ángel de amapolas,
y en la penúltima palabra
tu brazo es un remo
que navega por la playa
y acaricia las arenas silenciosas.
Tu mirada es una caracola
que florece en la espalda
de un huerto calcinado
señalando el vértice de la brisa
con sendas, muelles y gaviotas.
Tu vida es un tiempo
que alerta la luz de mis cenizas,
olor a trapecio
en la arena de un pez blando
que navega entre mi sombra.
(Mar y Sombra 1998)
Ramón Uzcátegui M., sc
(FOTO: Davide Sibilio)
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