Como un haz de memorias y de asombro
los días y las noches lentamente
originan crepúsculos amargos
en un ocaso desmedido.
Llamean las miradas y los besos
en el hueco silente de la duda.
(Una tierra sin nombre mientras tanto.
Mientras tanto,
de sed en sed cayendo,
madura el corazón, como si nada)
Los vientos acarician las arenas
de las palabras grises.
Y soñaba la luna caracolas
de metal sobre el pecho humedecido
de la primera sombra.
El rostro desnudado de la aurora
hirió tu cuerpo mudo en la plegaria
de una estrella rebelde.
Nada se pierde
si en tu mirada guardas
el sabor de la vida y las caricias
de unas manos ensombrecidas
que laten como ascuas azules
más allá de los vértigos.
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Marcos Paulo Prado desde Unsplash)