Como la luz cansada de un lucero

En un desierto de olas en racimo.

En un vacío inerte, en un vacío.

Y en llamaradas de un helado estío

mis palabras compongo y mi destino.

 

Al brocal de mi sangre yo me arrimo.

Y hasta mi muerte bajo y me detengo.

Y cambio de postura, y voy y vengo

de la sangre a la muerte sin camino.

 

No sé caminar ni hacer sendero

pero me siento anclado en Llama viva.

Y sigo en pie y encima de la muerte

 

como la luz cansada de un lucero.

Si a veces llevo el alma a la deriva,

descúbreme tus ojos para verTe.

 

Blas Márquez Bernal, cmf

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