Combinar letras

Es conocido este hermoso relato, que expresa con ingenua sencillez la nobleza de la oración. En su bella inocencia resalta el sorprendente poder combinatorio que tienen las palabras para evocar los anhelos más hondos del corazón humano. También los más contradictorios. Nuestro relato cuenta esto:

Un viejo judío, al llegar a una respetable edad, por tener la mente y la vista empañadas no conseguía ya leer su viejo libro de oraciones, y tras empezar una de ellas, le fallaba la memoria y se confundía. Entonces resolvió hacer lo siguiente: “Recitaré cada día por la mañana y por la tarde el alfabeto hebreo cinco veces; y tú, Señor, que conoces todas nuestras oraciones, ordenarás las letras para que compongan lo que ya no soy capaz de recordar ni de decir”.

Cuando advertimos el poder evocador que tienen las letras, esos signos gramaticales que aprendimos desde niños, quedamos maravillados. Con ellos los humanos hemos llegado a tejer las alabanzas más vibrantes a Dios, las más conmovedoras cartas de amor, novelas interesantes, historias colosales, ocurrentes acertijos y refranes, cúmulos incontables de datos y saberes… Podríamos añadir un sinfín más a esa colección inicial de las combinaciones de letras y palabras.

Sin embargo, esas mismas letras y no otras han sido también portavoces de malas noticias, canales de ideologías envenenadas, vehículos de insultos y agravios, cauce de odios y mentiras entre hermanos… otro paralelo arsenal de horrores verbales que han hecho sufrir a muchos hombres y mujeres.

¡Qué sabio ese judío al poner en los labios y en el corazón de Dios esas mismas letras para que Él pueda componer una exacta oración que derroche bondad y bien a los cuatro vientos! La oración verdadera va por esos senderos… Dios prefiere la sencillez del corazón que calla, con reverente silencio ante Él, mucho más que la elocuencia de los que saben, tantas veces hiriente y mortificante.

Visto lo cual, no es mala definición de la oración la de “estar callados ante Dios y con Dios”. A pesar de que los de “la clase de tropa” (entre la que yo me incluyo) necesitemos las palabras, al menos para no distraernos.

 

Juan Carlos cmf

(FOTO: Brett Jordan)

 

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