Después de conseguir el año pasado el Premio del Jurado en el festival de Cannes, Close se estrenó en nuestro país a finales de noviembre y un mes después aún sobrevive en algunos cines logrando el reconocimiento de un público que sintoniza con una historia que ofrece interés y capta poderosamente la atención.

Close empieza de un modo muy cotidiano, y entronca con otra película, Un pequeño mundo, que, como ésta, también se ubica en buena parte de su metraje en el ámbito escolar. Los protagonistas son dos amigos preadolescentes, Léo y Rémi, que pasan buena parte de su tiempo embarcados en aventuras imaginarias, comparten distracciones, viven su amistad como algo valioso y enriquecedor. Sin embargo, circunstancias casuales, y nada maliciosas (comentarios que se dicen casi sin darles importancia), siembran en su amistad una sombra de duda que hacen que uno de ellos, Léo, se aleje del otro, Rémi, de manera imperceptible, sin que medie una voluntad explícita de ruptura. Sí da la impresión que Rémi espera de su relación con Léo algo más de lo que éste está dispuesto a ofrecer. En definitiva, las circunstancias hacen que la sombra de la homofobia o el acoso escolar sobrevuelen en la narración, sin que podamos decir que se imponen de manera clara a la propia historia. Es una posibilidad, un rumor, una impresión… Ambos muchachos se separan sin distanciarse. Léo se ocupa en entrenar con el equipo de hockey sobre hielo del centro donde estudian; Rémi toca el oboe en una orquesta… Parece que éste siente más la separación, la sensación de sentirse desplazado, de buscar la convivencia con Léo y recibir silencio o cierta impresión de vacío…

Un suceso inesperado da un vuelco a la narración y a la vida de Léo que durante la segunda parte del metraje deambula sin saber hacia dónde ir, incapaz de encontrar un sentido a lo que ocurre, o más bien sintiendo cómo crece en él la conciencia de su responsabilidad en el viraje que ha tomado su existencia.

El realizador Lukas Dhont nos invita a sentir con Léo, a buscar una salida al laberinto emocional en que se ha metido, a llorar con él, a acompañarle en su busca de apoyo y esperanza. Su confesión le libera, de alguna manera le redime, y así puede reemprender el camino de su vida.

Merece la pena acercarse a Close por varias razones: la interpretación de sus protagonistas, sobre todo del joven Eden Dambrine que da vida a Léo; la descripción precisa del dolor y la invitación a buscar salidas y encontrar esperanza en medio de la desolación. La historia que se nos narra no es simple ficción, sino que guarda buena dosis de realidad, y nos muestra de manera precisa un certero manual de resiliencia.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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