Cinco lobitos

De nuevo la maternidad se ofrece como motivo o pretexto de una narración. Sucede con cierta frecuencia en los últimos tiempos (Fragmentos de una mujer, La hija oscura). Y ahora la realizadora Alauda Ruiz de Azúa nos acerca a la vida de Amaia, madre primeriza y reciente (el primer plano de la película es un síntoma de su estado: en medio de una calle, con su pequeña en brazos), agobiada por los cuidados que su hija necesita y que intenta ofrecérselos sin sentirse satisfecha del todo del modo cómo lo está haciendo; agobiada también por la imposibilidad de conciliar su maternidad y su trabajo; agobiada con la conciencia de que su vida ha cambiado con el nacimiento de su hija, ya no será la misma: ya es madre y una vida pequeña e inocente depende enteramente de ella. Para rizar el rizo su pareja, Javi, se quita de en medio por razones laborales y tal vez también por huir de una situación que también a él le sobrepasa.

Y Amaia estalla, porque no puede más. Y sus padres la llevan a la casa de su infancia en un pueblo costero del País Vasco. Allí Amaia, sin dejar de ser madre, vuelve a ser hija. Lo es de un matrimonio que tiene sus historias ocultas, o al menos olvidadas, que viven queriéndose a su modo, o sobrellevando una vida que viven desde hace muchos años con resignada pasividad. Y Amaia se va inmiscuyendo en la historia familiar (de la que también forma parte) y por diversos avatares termina por descubrir y hacer gala de su maternidad. Porque es madre de su pequeña Ione y esa identidad se constituye en parte fundamental de sí misma. No deja de ser hija, pero tampoco puede ya dejar de ser madre, incluso de aquellos que le dieron la vida y que tanto la han apoyado en su desvalimiento de madre primeriza.

Buena parte de la solidez de la historia descansa en el trabajo de sus intérpretes principales. La joven Laia Costa encarna a Amaia otorgándole naturalidad, calidez y ternura, la veterana Susi Sánchez interpreta a Begoña, la madre solícita que reviste su apoyo a Amaia de cariño y también sequedad, y Ramón Barea, el abuelo de Ione, que carga alguna herida que le impide desplegarse enteramente feliz. Los tres nos ayudan a empatizar con sus preocupaciones y hacen de Cinco lobitos una experiencia reveladora.

Es cierto que Alauda Ruiz de Azúa no pretende ofrecer una película de tesis. En un tiempo en que las políticas del gobierno abogan por la conciliación laboral de la maternidad/paternidad, gracias a medidas de protección de las parejas en los primeros meses de vida de sus hijos, Cinco lobitos se nos presenta simplemente como una película sencilla, que solo quiere contarnos una historia en la que, sobre todo en su tramo inicial, se sentirán retratadas muchas madres y padres jóvenes.

El festival de cine de Málaga otorgó su primer premio a la película y reconoció también el trabajo interpretativo de Laia Costa. Son también argumentos para acercarse a disfrutar de esta sencilla y recomendable historia.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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