“¡Llévame contigo, ¡corramos!,
¡Introdúceme, oh rey, en la alcoba,
Disfrutemos y gocemos juntos,
Saboreemos tus amores embriagadores!
¡Con razón de ti se enamoran!”
(Cantar de los cantares, 1,49)
Está madura la noche
para el amor.
Y a las puertas de mis penas
está sonando tu voz.
Luna llena en mi ventana.
Y en tu voz, flor de romero.
La brisa mece tu llanto
y en tus lágrimas te beso.
¿Dónde, amor, buscar tus huellas
con mis manos temblorosas?
Huele a menta y a romero
mi corazón de amapolas.
Está madura la noche
para el amor.
Y a las puertas de mis penas
está sonando tu voz.
La noche se ha detenido
en la esfera de mis labios.
Mis ojos como luceros
se pierden en el espacio.
Están ardiendo las brasas
en las sábanas del miedo.
Está triste la almohada,
están sedientos los besos.
Está madura la noche
para el amor.
Y a las puertas de mis penas
está sonando tu voz.
Se apagaron las estrellas
en un pleamar de lunas.
Gira y gira mi lamento
como una luna desnuda.
Tus manos como las olas
alrededor de mi playa.
Tus ojos como luceros
iluminando mi casa.
Está madura la noche
para el amor.
Y a las puertas de mis penas
está sonando tu voz.
No te quedes en la puerta
como un huésped solitario.
¿No ves la faz de mis penas
en la sombra de tus pasos?
Rompe los nudos del viento
y entre las rosas marchitas
florecerán las anémonas
de tu tacto y mis caricias.
Está madura la noche
para el amor.
Y a las puertas de mis penas
está sonando tu voz
¿Será este sueño otro sueño
en el umbral de mis ansias?
¿Vendrá esta noche otra niebla
a ensombrecer mi esperanza?
¡Cuántas noches, cuántos sueños,
cuántas lunas, cuántas olas!
Tú, distante y tan presente…
¿y mi corazón a solas?
Está madura la noche
para el amor.
Y a las puertas de mis penas
está sonando tu voz.
Sevilla, 1985
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Altınay Dinç)
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