En una melodía,
una extrañeza recorre la asepsia
de la neblina
que retoca el cuerpo
de las arañas
prófugas de tu nombre.
Tú me miras desde la ventana
sin el vidrio ocular
y el esmalte desgastado
de tu cabello en ruina.
En este día final de libélulas
un bosque de dragones
retornan a mis bolsillos
con la pureza
de tu sagrado existir
sobre mi vida.
Ramón Uzcátegui Méndez, sc