APUESTO POR LOS SUEÑOS IMPOSIBLES

Cae la tarde,

desciende como una caricia

sobre el cuerpo cansado de este día.

Los árboles recogen presurosos

los últimos destellos de la luz

para arropar la noche.

 

Los pájaros apenas aletean

seguros de su vuelo

en el relámpago

de otra noche más entre sus plumas.

 

Un salmo agradecido

humedece las olas de nostalgia.

Caen lentas las horas

como hojas mustias,

como verbos desnudos.

 

Los silencios se agrupan

para tejer los nudos y los besos.

Las luces van sembrando de pupilas azules

los huecos de la pesadumbre.

Aromas y deleites amarillos

despiertan los sentidos y embriagan

las paredes de otra jornada

que va pasando

sin más relieve que el cansancio,

sin más huellas que una caricia

apenas iniciada,

sin más palabras que el rumor de un beso

en los labios sedientos de otro beso.

 

Anónimas las horas,

cada instante retiene la hermosura

 

de un sueño deshojado.

 

Así la vida va creciendo,

avanza, vuelve, se despliega

sin detener su ritmo

a pesar de las lágrimas estériles

que nublaron la luz de una mirada.

 

A pesar de las manos que se cierran

y es un muñón crustáceo

que ni el viento acaricia.

 

A pesar de tantas palabras

amordazadas y silencios turbios,

a pesar de tantas heridas

que ahondan su dolor

hasta tocar el fondo de los llantos,

 

Yo apuesto por la vida, y a pesar

de todos los pesares.

 

Apuesto por los sueños imposibles.

Por la risa sin freno en las noches

de luna llena, entre sonrisas

y danzas, entre cantos liberados

sin otra música

 

que tus besos y mis besos.

Apuesto por las sendas agrietadas

dejando atrás otros senderos

donde solo florecen los espinos.

 

En esta hora incierta

de desmanes, barreras y mordazas,

solo acierto a decirte:

remoja con palabras tus sueños imposibles.

 

Las Palmas, 2019

 

Blas Márquez Bernal, cmf

(FOTO: Armand Khoury)

 

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