Si sedientos los labios fluye el río
de mi conciencia última, y navego
entre dos sombras por un mar de fuego,
entre dos luces por un mar de estío.
Si cansada mi voz cae al vacío
el eco hiriente de un pronombre ciego
y, sombra o luz, en cuerpo y alma llego
a tus espacios por un mar sombrío.
¡Qué alabastro en tu piel enardecida,
playa fugaz, para mi cuerpo en llamas
sin tiempo ya para enjugar el llanto!
¿No es posible el amor? Toca mi herida
con el beso de amor que me reclamas
y anudemos las horas mientras tanto.
Blas Márquez, cmf