Ante la increencia sólo el amor tiene una palabra

Hace unos días publicábamos un artículo en esta sección de un buen amigo, Gustavo, quien, entre otras cosas, nos hablaba de cómo se sitúa el como no-creyente ante la fe y la gente de fe. En la dinámica que seguimos en esta sección, hoy presentamos otro artículo que quiere ser una iluminación para nosotros, que nos decimos creyentes, sobre cómo «sailr» a dicha periferia. Se lo hemos pedido al Equipo Claretiano de Evangelización Misionera, que tiene entre sus tareas precisamente, el diálogo con el mundo de la increencia y la evangelización a aquellos que no han conocido a Jesús o se sienten lejos de Dios. Nos envía la aportación Agustín Texeira, cmf, uno de sus miembros. Muy sugerente… y apuntando a lo esencial. Aquí os la dejamos.

Agustín Ndour

 

ANTE LA INCREENCIA SÓLO EL AMOR TIENE UNA PALABRA

“Los creyentes nos sentimos cerca también de quienes, no reconociéndose parte de alguna tradición religiosa, buscan sinceramente la verdad, la bondad y la belleza, que para nosotros tienen su máxima expresión y su fuente en Dios. Los percibimos como preciosos aliados en el empeño por la defensa de la dignidad humana, en la construcción de una convivencia pacífica entre los pueblos y en la custodia de lo creado”(EG 257).

En el deambular de la vida he tenido la oportunidad de compartir camino con personas no creyentes, agnósticos, ateos… y una vez superada las primeras apreciaciones y dialécticas cruzadas, hemos podido reconocernos como hermanos caminando un mismo camino, viviendo una misma vida, alentados por los mismos sueños, y “hambreando” las mismas esperanzas.

Los no creyentes me han ayudado a crecer en mi fe, y a darme cuenta de qué es lo que de verdad importa en la vida y en el trabajo misionero. Sólo hay una palabra posible en el diálogo con los no creyentes, sólo hay una oportunidad plausible, y ésta no es otra que el amor. El AMOR, con todos los acentos, con mayúsculas, y todos los subrayados necesarios. El amor en concreto, que está bañado de respeto por el hermano, por sus ideas, por sus sueños… pero un amor que no renuncia a vivirse y expresarse como testimonio de fe, porque Dios es Amor. Y sólo desde el amor puede encontrase a Dios.

Cuando se establece una relación de amistad, uno ama a la persona que tienes al lado en lo que es, y amas con lo que eres. No puedo pedir al amigo –no creyente- que abandone sus convicciones y él no me puede pedir que deje al margen mi fe, pues es algo que me constituye como hombre y persona. Normalmente los cristianos nos volvemos “vergonzosos” a la hora de manifestar nuestra fe en ambientes no creyentes, y olvidamos muchas veces las “llamadas de Dios” a través de ellos para manifestar la Buena Noticia del Evangelio. No se trata de convencer con argumentos, se trata de vivir desde el amor como camino único del encuentro con Dios.

Creo que la vocación primera del hombre es la búsqueda, y en esa búsqueda los creyentes y no creyentes vamos de la mano. La búsqueda de sí mismo, en toda su verdad, bondad y belleza; la búsqueda del otro para descubrirlo como alguien amable –digno de amor- especialmente cuando se siente sumido en una realidad de injusticia y abandono; la búsqueda de la naturaleza para encontrarla más allá del asfalto como hermana-madre-tierra, palpitante de vida y “amarga de sudores”; la “búsqueda” como único absoluto hasta tener el encuentro deseado y poder exclamar desde el asombro…

¡Tarde te amé,
belleza tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!
Y ves que tú estabas dentro de mí y yo fuera,
Y por fuera te buscaba;
Y deforme como era,
me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo. (San Agustín)

Agustín Texeira Quirós, cmf
Equipo Claretiano de Evangelización Misionera (ECEM)

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