Anatomía de una caída

Son numerosas las películas que diseccionan la vida en pareja y analizan cómo las relaciones establecidas entre sus miembros pueden contribuir o no a su crecimiento, sea personal o profesional. Tal vez uno de los casos más emblemáticos de este subgénero sea Secretos de un matrimonio, serie de Ingmar Bergman, revisitada no hace mucho en una versión de HBO. Y podríamos enumerar muchas más. A esta larga lista se une la ganadora de la Palma de Oro del último festival de Cannes, Anatomía de una caída, realizada por Justine Triet, tercera mujer en ganar el codiciado premio, que también participó en el guion junto a su marido, Arthur Harari. Muy recientemente ha recibido los premios principales del Cine europeo (película, directora, guion, actriz y montaje), lo que da muestra del alto nivel que alcanza esta interesante propuesta.

El título ya nos indica la deriva que va a tomar la historia. Todo comienza con una escena en apariencia intrascendente. La protagonista, una famosa escritora, es entrevistada en el salón de su casa. De pronto una música procedente del piso superior interrumpe la entrevista. Acto seguido se produce (sin que la veamos en ningún momento) la caída del marido de la escritora desde el ático de la casa que comparten. El cuerpo del infortunado esposo es descubierto por su hijo que volvía de pasear con su perro (y ambos tendrán un peso importante en el desenlace de la historia). El niño padece una minusvalía visual a causa de un accidente en el que el fallecido pudo tener alguna cuota de responsabilidad. Su esposa, alertada por los gritos de su hijo, acude rápidamente al exterior de la casa para certificar el fatal desenlace. Y a partir de aquí se inicia una larga investigación y un proceso judicial que tratará de dirimir la inocencia o no de la esposa en la muerte de su marido. Gran parte de la película se desarrolla en la sala del tribunal donde se juzga a la acusada y se analizan desde distintas perspectivas los hechos y sus antecedentes.

La caída aludida en el título no se refiere solo al derrumbe físico del marido, sino al derrumbe moral o sentimental de una pareja que había roto hace tiempo amarras y deambulaban entre la rivalidad (él también era escritor, aunque no había alcanzado el nivel de excelencia de su esposa) y las buenas formas, lo que no evitaba también momentos de tensión y explosiones de ira que hacían de su convivencia poco más que un mero formalismo.

El largo proceso nos permite adentrarnos en las relaciones de la pareja, ahondando en el modo cómo ambos aportaban, en mayor o menor medida, su contribución a la convivencia familiar. No faltan reproches del marido por las renuncias que ha hecho a su desarrollo profesional, o de la esposa por la incomprensión que percibe a su aceptación de un estilo de vida alejado inicialmente de sus pretensiones. No hay voluntad de entendimiento. Una dura secuencia saca a la luz, a través de una grabación en audio que a los espectadores se nos ofrece con el realismo de lo vivido, el deterioro en que se han sumido, terreno abonado para justificar cualquier resolución del proceso criminal planteado.

Buena parte del valor de Anatomía de una caída reside en Sandra Hüller, actriz alemana en quien descansa buena parte del peso de la película. Sus matices interpretativos nos llevan a empatizar con ella en unos momentos, y a dudar de su sinceridad, en otros, ofreciendo así al espectador un ejercicio de inteligencia que facilita el interés que envuelve la narración. Como suele suceder también en obras de esta naturaleza, al final un manto de ambigüedad resuelto en un elocuente último plano envuelve la sentencia del tribunal.

Todo ello hace de esta película una propuesta más que interesante y recomendable. Tal vez su larga duración, 150 minutos, es un ligero hándicap que no llega a enturbiar su valor.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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