AL HIRIENTE PERDÓN DE PENAS VAGAS

(Del libro Sendas calcinadas. Año 1995)

Aquí me tienes, Dios, ciego y lloroso
por las tristes rendijas de tus venas,
que es dolor lo que sienten mis cadenas
en la prisión de un llanto tembloroso.

Huir entre los clavos sigilosos
al madero que cubren tus colmenas,
enredada mi piel entre tus penas
amordaza el costado tembloroso.

Que me arranquen las hondas cicatrices
que la espada dejó sobre tus llagas
y la sombra tejió con tu figura.

Despedaza mi lanza en bisectrices
al hiriente perdón de penas vagas,
que el amor, el amor no tiene cura.

 

Ramón Uzcátegui Méndez, sc

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