Siempre vuelven las horas más oscuras
y se ciñen al tacto, cautivas de sus sombras.
Hay preguntas antiguas que regresan,
hieren, sucumben y agonizan
sin un rastro de luz
que, al menos un instante,
oriente mi corazón sin rumbo.
¡Cuántas lunas sedientas
bebiendo nuestros llantos!
¡Cuántas manos cerradas…!
Al final, siempre queda la palabra
Al final, solo queda la palabra.
Al final nunca muere la palabra.
Las Palmas, 2020
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Aaron Burden)