A veces me preguntas por la vida.
La vida y sus espacios calcinados.
Y se rompen mis versos deseados
en el coral ardiente de tu herida.
Van pasando las horas sin medida,
los tiempos, sin memoria, suicidados.
Rectángulos, trapecios y cuadrados
y la luz de tu piel, enardecida.
Nada se olvida. Suena siempre un viento
por los alrededores de tus ojos
y queda en nuestra voz con nuevo acento
el cauce de tu pena y mis despojos.
El amor, como un río sin ribera,
tejiendo va la red de una quimera.
Blas Márquez, cmf