Un hombre fiel

Louis Garrel, joven realizador francés, parece recuperar en esta película un modo de enfocar las relaciones personales y el punto de vista sobre los personajes característico de la nouvelle vague, movimiento cinematográfico que renovó el mundo del cine en los años sesenta del siglo pasado. Cuando veía Un hombre fiel me vino a la mente en más de una ocasión el nombre de François Truffaut, uno de los realizadores punteros de dicho movimiento. No se trata de que Garrel haya jugado al mimetismo, pero hay fórmulas de guion que parecen sacadas de una película del veterano realizador francés. La voz en off que va acompañando el entramado de decisiones que sacuden las vidas de los protagonistas es un recurso muy utilizado por Truffaut. Por otro lado, el juego que se establece entre el joven protagonista y sus dos amantes, parece remitirnos también a formas de relación típicas de otro realizador vinculado, al menos en el inicio de su carrera, al mismo movimiento, Eric Rohmer. El clásico esquema “chico conoce chica, la deja por otra, y vuelve con la primera”, repite el esquema de las Comedias y proverbios de Rohmer. Aunque en este caso, todo es un poco más complejo, sin decir con esto que el guion ahonde en exceso en los vaivenes sentimentales. Las películas de Rohmer eran más eficaces en la descripción de los encuentros y las rupturas que sacuden el corazón humano.

La historia que nos cuenta Un hombre fiel es sencilla. Un joven, Louis, es abandonado por una chica, Marianne, que le confiesa que está embarazada de Paul, su mejor amigo. Tras este comienzo algo abrupto, una larga elipsis (que incluye la muerte de Paul) nos sitúa en el epicentro de la historia con los dos protagonistas recuperando su relación, junto a Eve, hermana pequeña del fallecido Paul, enamorada de Louis desde su infancia. Y otro personaje (el hijo de Marianne) entra en escena adornando la película de una atmósfera intrigante, sin llegar a exagerar.

Es una película sencilla (incluso su corta duración juega a su favor pues se hace muy llevadera y agradable), las situaciones que plantea se desarrollan con suavidad y sin estridencias, incluso las que podrían ser más comprometidas o supuestamente afectar más a los protagonistas.

En un tiempo en que las dificultades en las relaciones personales pueden conducir a situaciones dramáticas (y solo hay que observar la prensa o los informativos para constatarlo), conforta encontrar un modo diferente de abordarlas, más racional, más humano, más entrañable. ¿Utopía, evasión o inmersión fuera de la realidad? Puede entenderse así, pero creo que Un hombre fiel es simplemente un buen modo de observar con ternura los vaivenes de nuestra naturaleza.

Antonio Venceslá Toro, cmf

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