Son abundantes las películas que se basan en hechos sucedidos realmente. En muchos casos,
abordan historias de superación personal que se proponen como modelos de conducta, ejemplos a
imitar, o simplemente como homenaje a su(s) protagonista(s). Es el caso de la película que hoy
comento. Sully, es el título de la película y del protagonista de una historia singular. El comandante
de una aeronave logra salvar la vida de todos los pasajeros de un vuelo, amerizando en el río
Hudson. La narración de los hechos y la investigación posterior ocupan la mayor parte de la
película. Su realizador, Clint Eastwood, no es un novato en la dirección cinematográfica. A sus 87
años puede presumir de una filmografía amplia que suele aunar adhesiones y aplausos de la crítica.
Acercarse a historias de contenido humano como Sully tampoco es una novedad: unas basadas en
hechos reales (Invictus, El intercambio) y otras en guiones originales o adaptados (Gran Torino,
Million Dollar Baby). En todo caso, su cine une rigor expositivo y densidad argumental. Son
historias, como la narrada en Sully, que se detienen en quienes las protagonizan desde la hondura y
el primer plano, intentando captar la profundidad de sus motivaciones. Hombre contradictorio (de
convicciones políticas conservadoras, pero con una filmografía frecuentemente arriesgada en los
temas tratados), nos ha ofrecido en los últimos años algunas películas notables que se detienen en
historias de gran calado humano: a las citadas, podemos añadir el díptico formado por Banderas de
nuestros padres y Cartas de Iwo Jima (recreación de un episodio bélico visto desde la doble
perspectiva de los contendientes), Sin perdón y Mystic River (o cómo la violencia se retroalimenta a
sí misma creciendo en una espiral difícil de contener).
En Sully se une una narración ágil, formalmente ajustada, a la historia personal del protagonista que
convive con la seguridad de su actuación, pero también con las dudas que unas circunstancias tan
especiales y los interrogantes de los investigadores suscitan en él. ¿Actuó de modo razonable? ¿Fue
su decisión la más acertada, o la única posible? Sully es presentado como un hombre ecuánime,
solidario, familiar y dueño de sí mismo en una situación tan complicada (es aleccionador su
comportamiento durante el amerizaje y los minutos posteriores al mismo). Aunque los medios le
ensalzan y consideran un héroe, y muchas personas anónimas le manifiestan su respeto y
admiración, se mantiene en una postura sencilla y, sobre todo, se siente deudor de todos los que
colaboraron para que la “aventura” terminara bien para todos los pasajeros y su tripulación. Tom
Hanks contribuye con su interpretación a acercarnos la experiencia de un hombre singular.