La niña Sofía Otero interpreta en 20.000 especies de abejas a un niño, Aitor, que se siente niña y desea que la consideren como tal. Este sería el resumen de la película. Las personas transexuales han adquirido en los últimos años una visibilidad que busca la normalización social de un fenómeno hasta no hace mucho clandestino. Abundan las películas que acercan esta realidad a la sociedad, de manera reivindicativa en muchos casos, haciendo alarde y bandera de un estilo de vida, de una forma de situarse en la realidad desde la propia identidad en busca de reconocimiento y consideración.
La realizadora Estibaliz Urresola ofrece una historia que minimiza las situaciones, sin hacer bandera de la identidad de su protagonista. Alrededor de él/ella, son varias las personas que se sitúan ofreciendo distintas actitudes. Su madre se muestra cercana y complaciente con las pretensiones de su hijo/hija, sin otra finalidad que hacer que se sienta bien, rodeado/a de cariño. Su abuela, al contrario, mantiene una actitud de incomprensión de las supuestas veleidades del niño, instando a su hija a buscar fórmulas de normalización que pongan freno a la ambigüedad que le suscita el deseo de su nieto. Una hermana de ésta se muestra más atenta a los deseos de la niña y la acompaña en su camino de descubrimiento durante ese verano particular.
La niña Sofía Otero fue premiada con el galardón de interpretación del festival de Berlín, y la película consiguió el primer premio en el festival de Málaga. Son solo una expresión de la riqueza que atesora la película y el rigor con el que se acerca a esta realidad. Es verdad que los premios solo significan el reconocimiento que no necesariamente ha de coincidir con el gusto de quien se sienta en la butaca a contemplar la historia que nos ofrecen.
En este sentido, la película se mueve en un terreno poco transitado, y lo hace con suma delicadeza. Son muy interesantes los diálogos que Aitor/Lucía mantiene con su tía abuela, una mujer tolerante y llena de sabiduría, que encandila al niño/niña y la ayuda a encontrar el sentido necesario para comprenderse y entender el mundo en el que vive.
Antonio Venceslá Toro, cmf
