Actualmente p. John O’Byrne está destinado en nuestra comunidad de Hayes (Inglaterra)
Recientemente celebró el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal. Comparte con nosotros algunos de sus sentimientos con motivo de dicha efemérides..
En los cincuenta años de mi sacerdocio, tengo una abrumadora sensación de gratitud y asombro. Gratitud por que Él me ha llamado y asombro porque fue a mí. ¡Por qué a mí! Bueno, no tengo idea de «por qué a mí», pero sí sé que fue completamente cosa suya, así que no cuestiono sus razones.
Nací en Irlanda en 1933, el menor de cuatro hijos. Estaré siempre en deuda con mis padres y mi familia y, de hecho, con toda esa generación en la que crecí, donde la fe era una realidad vivida en la vida cotidiana y donde se sembraron las semillas de mi vocación. En 1955 vine a Hayes con mi hermano Vincent, pero él murió aquí en 1957. Siempre he sentido que él ha sido un guardián sabio y amable conmigo a lo largo de los años. Poco después de la muerte de Vincent, el p. Kieran Vaughan cmf me preguntó un día si alguna vez había pensado en el sacerdocio. Y no, no lo había hecho. De hecho, aunque me sentí halagado de que pensara eso, ¡me pregunté si tal vez me había confundido con otro! Sin embargo, la semilla se había sembrado, aunque pasaron unos cuatro años hasta que llegó la decisión.
Durante esos cuatro años, formé parte de un grupo que disfrutaba de una vida social activa –propia de final de la década de los 50- pero que también estaba involucrado en varias actividades parroquiales. Fue durante estos años cuando me di cuenta de que, si bien los otros miembros del grupo seguían adelante con sus vidas, mi vida parecía haberse topado con una pared en blanco. Las ideas sobre el sacerdocio seguían volviendo a mí, pero ahora tenía veintitantos años y cualquier idea de intentarlo me parecía más remota que nunca. Durante ese oscuro período de dudas y confusión, fue el apoyo y el aliento inagotable de mis amigos lo que finalmente me permitió tomar la decisión que cambió mi vida para siempre. Estaré siempre en deuda con ellos y por eso, comprensiblemente, Hayes -donde finalmente fui ordenado- y su gente han ocupado siempre un lugar especial en mi corazón y es un gran privilegio compartir esta celebración maravillosa con todos ellos. Seguiremos orando y apoyándonos unos a otros.
Todo mi sacerdocio se ha dedicado al ministerio parroquial, aparte de un período de tres años como Provincial y un período como Prefecto de Formación.
Mirar hacia atrás puede ser desconcertante porque solo el buen Dios ve la verdadera imagen. Nosotros solos somos sencillos propagadores de semillas. Solo el Señor sabe dónde caen y solo él puede darles crecimiento. Alabado sea el Señor y su Madre Inmaculada.P. John cmf