UN RETABLO PARA EL ESPÍRITU SANTO

El pasado viernes 12 de julio, la comunidad parroquial del Espíritu Santo, en Granada, celebró la bendición de su retablo, una obra cargada de simbolismo espiritual. La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, y concelebrada por varios sacerdotes, entre ellos el párroco Juan Jesús Gea, cmf. Numerosos fieles participaron en esta celebración festiva y significativa para la vida parroquial.

El nuevo retablo, elaborado por Talleres de Arte Granda, representa la escena de Pentecostés. La Virgen María aparece en el centro, como Madre que mantiene unidos a los discípulos, obedeciendo las palabras de Jesús que les mandó permanecer en Jerusalén hasta recibir la fuerza de lo alto. Junto a ella, los apóstoles y algunas mujeres reciben la efusión del Espíritu Santo.

Cada figura representa de manera simbólica alguno de los dones del Espíritu. Por un lado, están los siete dones tradicionales: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Por otro, aparecen los carismas descritos por san Pablo en la primera carta a los Corintios: fe, sanación, milagros, profecía, discernimiento, lenguas e interpretación de lenguas. La escena no solo ilustra un momento bíblico, sino que transmite la vitalidad de la Iglesia animada por el Espíritu y enriquecida con sus dones.

Además, el retablo está lleno de elementos simbólicos profundamente ligados al Espíritu Santo:
– La luz, que irradia desde lo alto y del Sagrario, como signo de la presencia divina.
– El viento, evocado por los mantos en movimiento, aludiendo al soplo invisible del Espíritu.
– El agua, representada en dos olas que irrumpen en la escena, memoria del bautismo y del agua viva.
– El fuego, visible en las lenguas que se posan sobre los personajes, símbolo por excelencia de Pentecostés.

Un paso más en el camino de la comunidad

La bendición del retablo es un nuevo hito en la vida de la parroquia. Desde el inicio de la construcción en 2015 hasta su finalización, la comunidad parroquial, acompañada por los Misioneros Claretianos, ha mantenido viva la celebración de la fe, la vida comunitaria y el compromiso pastoral. Es un signo visible del crecimiento espiritual de una comunidad viva, abierta al Espíritu y animada por el carisma misionero de san Antonio María Claret. La luz de Pentecostés sigue ardiendo en Granada.

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