No escribo para mí.
Tengo un papel mojado entre mis manos.
Nadie está al tanto
de este misterio
de la palabra que seduce al ritmo
de otro pulso amarillo.
Desconozco la luz que hay detrás
y la plegaria anochecida
que musita otra voz y me devuelve
al pálpito de un gris enaltecido.
Tengo un papel arrugado entre mis manos.
Pasan lentas las horas
y en la calle florece
un tibio atardecer que me derrumba.
Tengo un papel-ceniza entre mis manos
y palabras encadenadas
de todos los colores.
No escribo para mí.
Me acerco a la ventana
y la vida, con ritmo de trompeta,
escala las alturas,
detiene el paso
y se adormece como un niño
entre los sueños rotos
de un enjambre de pálidas ausencias.
Tengo un papel en blanco entre mis manos.
No escribo para mí.
Es triste que anochezca sin palabras
que llevarse a la boca,
sin un bocado apenas entre los labios.
Asoma por un cielo sin rumbo
una luna de espejos cóncavos.
Imposible escribir si el corazón
no rompe las cadenas
y se ciñe a la vida que palpita
en las esquinas rotas de mis versos.
Las Palmas, 2021
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Kelly Sikkema)
TENHO UM PAPEL EM BRANCO NAS MINHAS MÃOS em portugués