«No porfiará, no gritará, no voceará por las calles, la caña cascada no la quebrará el pábilo vacilante no lo apagará».
Sigue hoy el contraste entre la legalidad fría de los fariseos y la misericordia de Jesús, que sigue curando, sigue sirviendo, sigue perdonando y sigue socorriendo con profunda piedad y misericordia.
Y todo esto lo hace sin estrépito y sin grandes apariencias.
Lo hace desde la sencillez, desde la humildad, casi desde el anonimato.
Sin porfiar, sin gritar, sin vociferar, sin terminar de romper la caña cascada y sin terminar de apagar el pábilo vacilante. Aprende hoy de Jesús.
Practica así la misericordia.
Verás qué feliz te sientes.
Buenos días.
Antonio Sanjuán, cmf