«Cuando oreis, decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación».
Las palabras y frases que más repetimos corren el peligro de quedarse huecas y faltas de contenido. Las repetimos mecánicamente, lo mismo que mecánicamente andamos, respiramos o comemos.
Con las oraciones que más repetimos nos puede ocurrir esto también. Podemos pronunciar palabras con la boca pero no con el corazón.
Piensa cómo Jesús pronunciaría la palabra PADRE ( ABBA, en su lenguaje) ¡Qué llena de contenido estaría esta palabra!
Intenta imitar a Jesús. Dedica hoy un tiempo a pensar en tu Padre Dios repitiendo muchas veces esta entrañable palabra.
Y no te olvides: después de la palabra PADRE viene otra palabra: NUESTRO.
Nuestro Padre siempre nos remite a nuestros hermanos.
Que tengas un buen día.
Antonio Sanjuán, cmf