Se repite la historia del verano pasado.
Recordamos las palabras le Papa Francisco:
“¿Cómo podemos dejar de escuchar el grito desesperado de tantos hermanos que prefieren enfrentarse a un mar tormentoso antes que morir en los campos de detención libios, lugares de tortura y esclavitud innoble?”
El barco humanitario ‘Ocean Viking’ lanzó ayer una llamada de auxilio con 118 sobrevivientes que permanecen a bordo y que necesitan urgentemente desembarcar en lugar seguro.
No hace ni dos días que la Organización Internacional para las Migraciones (IOM) recordó que la salida de inmigrantes irregulares en el Mediterráneo central sigue de forma constante. Además, advirtió de que solo en los últimos siete días 618 han sido interceptados por guardacostas libios y devueltos “en caliente” a Libia pese a no estar considerado éste un lugar seguro.
De nuevo volvemos a repetir lo vivido el verano pasado donde los inmigrantes interceptados en el mar son entregados a la Guardia Marítima libia y enviados a centros de detención en la costa norte del país. Escenario desde hace dos meses de intensos combates entre las fuerzas leales al Gobierno de Acuerdo Nacional sostenido por la ONU en la capital y milicias bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter.
La OIM ya informó el pasado sábado del desembarco en Trípoli de 270 interceptados en alta mar por patrulleras libias. De acuerdo con las estadísticas de este organismo dependiente de la ONU, un total de 5.475 inmigrantes han sido interceptados en alta mar en los primeros seis meses del presente año y devueltos “en caliente” a Libia, frente a los 9.225 de 2019.
Un total de 270 perecieron en el mar y 992 desaparecieron en todo 2019 frente a los 98 fallecidos y 149 desaparecidos, según sus estadísticas, en el primer semestre de este año.
Libia es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de las distintas milicias rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi.
José Antonio Benítez Pineda, cmf