Quinta «gota»: El noble caballero

… Y una “gota” más.

Desgraciadamente hay palabras que hoy en día han perdido significación. Éste es el caso de la bella imagen que sacamos de Claret, y que haríamos muy bien en rescatarla si no sucumbimos al rodillo de la ideología de género. Se trata de la imagen del “noble caballero”. En ella vemos reflejados los más elevados ideales del ser humano.

Ésta aparece en el n. 203 de la Autobiografía cuando dice: “¡Ah! Si un noble caballero viera una dama inocente y virtuosa injuriada y ultrajada, no podría contenerse, tomaría su parte y la defendería. Pues ¿qué no debo hacer yo al ver a Dios ofendido y ultrajado?”. Claret con esta imagen se manifiesta como fiel exponente del espíritu romántico de su época y adalid de los más débiles.

El fondo de la cuestión es bien sencillo: salir en defensa del honor de Dios. El carácter misionero de la Iglesia tiene en este fondo, junto a la salvación de las almas, su razón de ser. El gran misionero de los gentiles dirá: “Al Rey de los siglos… honor y gloria por los siglos de los siglos” (1Tm 1,17).

Es fácil encontrar personas de una fina delicadeza de conciencia que expresan el sincero deseo de no ofender a Dios. Esto exige una constante vigilancia de sí mismo. ¡La más ardua y difícil tarea de la vida!, pues inevitablemente nuestra tendencia es a la relajación. Ésta es la brecha que ha dejado en nosotros el pecado original.

Pero junto a esta lucha con nosotros mismos, la persona que, en razón de su bautismo, se compromete con la misión de Cristo y de la Iglesia puede ver en la figura del noble caballero un ideal a seguir. Hay que trabajar en defender el nombre y el honor de Dios. Para esto hay que tener valor, agallas, arrojo. El cristiano no se puede diluir en la secularidad del mundo. Quien ha dado la vida por ti merece que des la vida por Él. Es la hora del anuncio sin complejos en la escuela, en el trabajo, en la comunidad de vecinos, en el mercado… Las palabras de Jesús no admiten excusa ni dilación: “Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de él se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria” (Lc 9,26). ¡Convéncete!, vivir esta página del Evangelio te tiene que acarrear calumnias, desprecios, sinsabores (cf. Mt 5,11-12)… y ésta será la señal de que estás haciendo lo que tienes que hacer (cf. Lc 17,10).

¿Estás dispuesta o dispuesto a ser este “noble caballero” de Dios?

Juan Antonio Lamarca cmf.

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