Ha llegado a nuestro conocimiento una noticia que no deja de parecer esperpéntica.
En Granada, un joven ha roto la nariz a una religiosa al grito de «¡Por monja!». Sin más. La noticia de prensa afirma que la Congregación Religiosa a la que pertenece la víctima -por cierto, que iba sin hábito en el momento de la agresión, por lo que se intuye que debía conocerla- lo ha hecho público para fomentar la convivencia y desterrar los comportamientos violentos. 

Y ya está. Esa es la noticia. Aunque pueda parecer absurda es cierta.
Tan absurdo como imaginar que pasara algo parecido mientras gritan «¡por moreno/rubio!» o «¡por tener brazos!»… o simplemente «¡por ser persona!» como causa de la sentencia.

Muchas consideraciones nacen al contemplar el hecho «con otra mirada», como aquí nos proponemos. Pero comparto una con vosotros: ¿qué nos dice nuestra fe acerca del respeto e incluso la acogida del que es distinto, de aquel cuyas opciones vitales no nos simpatiza o pudieran parecernos erradas o en choque directo con nuestras convicciones?

¿A qué personas o grupo de personas -cercanas o no- alguna vez nos ha salido desacreditarlos, ridiculizarlos, descartarlos… «por…» ser lo que sean?

Estos días atrás hemos leído en el Evangelio aquello de «amarás a tus enemigos». No es una cuestión menor ni tangencial. Es núcleo de la Buena Noticia del Reino: la capacidad de construir fraternidad y nueva humanidad incluso con aquellos con los que nos sentimos lejos por diferentes motivos. La cosa no es fácil. Pero urge.

¿Y tú? ¿Cómo actúas ante tus «¡por…!»?

Start typing and press Enter to search