La realizadora francesa Celine Sciamma nos regala una película que es casi una miniatura por su duración (72 minutos), pero esconde una hermosa historia y un retrato entrañable de las relaciones maternofiliales. Es difícil, me parece, describir mejor la hondura de la relación de una hija con su madre sin coartadas psicologistas. Diríamos que Petite maman es el reverso luminoso de películas como Sonata de otoño (del maestro Bergman) o Buenas noches, madre, una película algo antigua (es de 1986) que enfrenta a madre e hija en un festival de reproches. Nada de eso ocurre en esta sencilla y maravillosa película.

Nelly tiene ocho años y acaba de perder a su abuela. Las primeras imágenes nos presentan a la niña en la residencia donde aquella estaba internada despidiéndose de las ancianas que viven allí. “Adiós…” va repitiendo, recibiendo una respuesta cariñosa. Su madre, Marion, recoge las pertenencias de la difunta y se marchan. Durante el viaje a la casa familiar en el asiento trasero del coche que conduce su madre, siguiendo la furgoneta conducida por su padre, asistimos a un gesto cariñoso de la niña que nos da la oportunidad de contemplar una hermosa metáfora de la relación que une a madre e hija.

Mientras sus padres recogen la casa y la dejan ordenada, la niña entretiene su tiempo en juegos, curioseando en un bosque cercano donde encuentra una primitiva construcción de palos que había hecho su madre cuando tenía más o menos su edad. Un día, ésta se ausenta de la casa y Nelly encuentra en el bosque a otra niña, idéntica a ella (las dos pequeñas intérpretes son hermanas gemelas en la vida real) que se convierte en su confidente y compañera de juegos.

Y va transcurriendo la película centrada en las cosas ordinarias que viven las niñas, en la amistad que las une, la ternura que reflejan, risas, pequeñas travesuras, niñas en fin que se compenetran y un día se despiden… para volver a encontrarse de otro modo, en otro tiempo.

Un espectador atento desvelará rápidamente el juego temporal que Céline Sciamma nos propone e identificará la relación que une a las dos niñas. El mismo título de la película ya nos da la clave.

Y no hay más. Todo es tan sencillo, tan tierno y entrañable, que podríamos pensar que se trata de una película menor. Pero permitámonos disfrutarla y, si es posible, más de una vez. Gozaremos con la pequeña Nelly y observaremos el cariño que, tan pequeña, entrega a aquella niña, ya mujer, que un día encontró en un bosque mágico cuando la ausencia del ser querido parecía ennegrecer su presente.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

Start typing and press Enter to search