El cine que viene de la Europa del norte ha sido muy dado a ofrecer propuestas que invitan a una reflexión honda, alejando así el cine del simple entretenimiento. Tal vez el caso de Ingmar Bergman sea el más citado en este sentido. Pero más o menos con el cambio de siglo un grupo de realizadores daneses propusieron otro modo de cine más rompedor, no menos reflexivo que el del realizador sueco, pero con mimbres más ajustados al tiempo presente. La reflexión unida a una propuesta formal atractiva, a veces muy original, y siempre cautivadora. Lars von Trier y Thomas Vinterberg podrían liderar este camino. El último ha sorprendido con Otra ronda, una película muy interesante, que no dudo en recomendar.
Cuatro amigos, profesores en un instituto. Mediana edad, con tendencia al pesimismo y a la pérdida de las ilusiones, como si ya hubieran vivido todo lo que les correspondían y solo les quedara el vacío. Las relaciones con sus esposas e hijos (los que tienen) adolecen de esa misma apatía y falta de horizonte. Y en medio de este panorama tan desalentador aparece la varita mágica que puede hacerles revivir en forma de tragos de vodka que les proporcionan ese punto de vitalidad, arrojo, originalidad, simpatía y fuerza de (re)vivir.
Todo parte de un experimento que ponen en práctica: según un psicólogo noruego nacemos con un déficit de 0,5 g. de alcohol en sangre. Así que hay que suplir esa carencia para alcanzar el nivel óptimo que nos permita desarrollar plenamente nuestras posibilidades. Y la experiencia resulta alentadora porque hace que el grupo de derrotados profesores comiencen a recuperar mucho del terreno perdido a nivel profesional y familiar. Sus alumnos recuperan motivación (no sabemos si alguna vez la tuvieron), ellos se descubren más efectivos; la vida familiar de quienes la tienen mejora notablemente. Lo que comienza como un ejercicio académico (parece un método extraño de justificar el hecho de beber) va derivando por caminos que se alejan de la idea original aumentando la dosis de alcohol y acercándose peligrosamente al alcoholismo. Y el entusiasmo inicial se vuelve peligrosamente asocial.
Thomas Vinterberg acumula en Otra ronda perspectivas diversas. Hay momentos en que la comedia parece adueñarse de la función; en otros momentos, el drama se instala en la narración. Así se nos ofrece un tono ligero en unos casos y derivamos a la tristeza en otros; todo acorde con los vaivenes que experimentan los protagonistas en sus existencias.
Otra ronda ha sido muy bien recibida por la crítica y mereció premios de prestigio (el Oscar a la mejor película internacional). La interpretación de los actores protagonistas está acorde con sus merecimientos, de manera particular Mads Mikkelsen.
Antonio Venceslá Toro, cmf