Marchando por la Paz y la Justicia

Jesús Olmedo es un misionero claretiano sevillano que pertenece a la Provincia de San José del Sur y desarrolla su misión en la Prelatura de Humahuaca, muy unida a nuestra Provincia Bética. En la última publicación «Misioneros de Allá» de nuestra Procura de Misiónes y Secretariado Solidaridad y Misión, se recogió el relato de la Marcha por la Paz y la Justicia» en la que participó el junio pasado. Reproducimos dicho relato y aprovechamos para elevar una oración por el pueblo humahuaqueño y por los claretianos que comparten con él sus sufrimientos y esperanzas:

«En una mañana otoñal de junio, nos encontramos al pie del monumento a los Héroes de la Independencia para marchar pacíficamente bajo las consignas: “No a la guerra, sí a la Paz”; “Vida sí, violencia no”.
Los Niños y los Jóvenes levantaban cientos de coloridos carteles, con frases profundas y sabias, para que los adultos, especialmente quienes tienen la posibilidad de evitar el sufrimiento y las heridas que provocan las guerras, la violencia y la falta de justicia, nos ocupemos de ello, y construyamos otro mundo entre todos. Esa mañana los Niños y los Jóvenes, nos dieron una gran lección: el grito pidiendo Paz era unánime. Nos dijeron que están preocupados por las guerras de medio oriente y sus consecuencias, pero también por la violencia y la injusticia en nuestro entorno cercano. Nos mostraron el talento y la creatividad al expresar sus deseos de vivir en un mundo de paz y justicia. Unos días antes, un grupo de personas junto al P. Jesús, decidimos mostrar el sufrimiento y la injusticia que padecemos en pleno siglo XXI, a través del gesto de la crucifixión padecida por Jesús el Nazareno, en su tiempo. Enseguida se ofrecieron algunas personas: Una catequista que desde ese rol, escucha diariamente el dolor en las familias; tres jóvenes que aspiran a ganar el sustento familiar con el fruto de sus trabajos, pero solo tienen empleos informales; y una Madre y su hijo. A ninguno le costó subir a la cruz, porque cada uno de ellos siente que vive crucificado en estas tierras. Son el símbolo del dolor y la agonía que genera la injusticia ,y de la resistencia y esperanza en las nuevas generaciones. Desde hace años, la falta de políticas públicas de desarrollo integral y la mezquindad de los que gobiernan, generan miles de crucificados en nuestra Quebrada y Puna jujeña. Gracias a todas las personas e instituciones que hemos hecho un alto en nuestros trabajos diarios para unir nuestras voces pidiendo PAZ, No a la VIOLENCIA y JUSTICIA para todos».

 

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