Ali Abassi es un realizador de origen iraní que reside en Dinamarca. No sería posible rodar en su país una película como Holy Spider. Está basada en hechos reales sucedidos en la ciudad santa de Mashad en 2000-2001. 16 mujeres que se prostituían para sobrevivir han muerto estranguladas a manos de un misterioso asesino que es conocido como la Araña sagrada. Una periodista llega a la ciudad para investigar los crímenes, observando que las autoridades no parecen tener demasiado interés en buscar la verdad. Desde los primeros minutos se nos informa de la identidad del asesino, su forma de actuar, su vida diaria como hombre religioso, buen esposo y padre de familia. No estamos, pues, ante una película de misterio que pone el foco en la identidad del responsable de los asesinatos. Durante una buena parte, vamos acompañando las investigaciones de la periodista (que tiene que soportar pacientemente la desidia de la policía, y el desprecio que más o menos solapado le dirigen por ser mujer) y las asechanzas del asesino en su macabra ocupación.

A partir de la detención del asesino, la película toma otro rumbo y cambia su perspectiva. Una película de intriga se convierte en una denuncia de un sistema judicial y de toda una sociedad. Evidentemente, Ali Abassi no hubiera podido realizar la película en Irán (lo hizo en Jordania, o Turquía según otras fuentes) porque ofrece un retrato descarnado de la bajeza moral de la sociedad iraní en nombre de unos principios religiosos que maltratan a las mujeres y desprecian la vida humana. Y, por otro lado, ensalza a quien en nombre de esos principios ejerce una forma de justicia irracional, orgulloso y sin arrepentimiento. Así Holy Spider se alinea en la lista de películas que ponen en evidencia el modo de actuar de Irán, no solo de sus autoridades, sino de la sociedad en su conjunto. Y la mirada no puede ser más pesimista, pues plantea incluso la imposibilidad de cambiar la situación. Un epílogo discutible nos previene de la pervivencia futura de esos modos de actuar tan criticables, como si estuvieran arraigados en el tejido social llegando a formar parte de su naturaleza más profunda.

La actriz Zar Amir-Ebrahimi, que encarna a la periodista que investiga los crímenes, recibió el premio a la mejor interpretación femenina en el festival de Cannes 2022. Es la suya una actuación muy natural, un vehículo apropiado para retratar la banalidad del mal que impera en la ciudad santa de Mashad e irradia su triste mensaje desde los minaretes de las mezquitas.

 

Antonio Venceslá Toro, cmf

 

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