Llueve sobre los páramos estériles…,
y los riscos apresan el húmedo duelo
de las aves claustradas en las rejas del viento.
Un vaho articula las garras del cóndor
sobre su presa fantasmagórica
que huye de los cuchillos de acero
y los relámpagos mordiendo la cordillera.
Y tú y yo,
en esta excursión sin verbo,
somos sombra marcada en el piso
con una ruta solitaria,
cercana al danubio de la brisa,
que arropa nuestras parálisis
junto al fuego de las manos sin memoria.
En esta excursión rotulada,
sólo hay cuarentenas y destierros,
recuerdos de seres hermosos
que aún habitan en nuestro corazón.
Quiero decir,
que en este ocaso del tiempo,
sólo me queda avanzar con ellos
hacia la estación próxima de Dios.
Y luego,
como un montañés extraviado,
combatir la peste negra en mi ser.
El hongo, el virus, la bacteria,
el pulmón desencantado
que reaparece con la magia permitida
de este juego dual
que es la vida y la muerte.
Llueve sobre los páramos estériles…
y no sé dónde están mis seres queridos
que ayer arroparon mi estrecha soledad.
Ramón Uzcátegui Méndez, sc
(FOTO: Ankush Minda)
ATÉ À PRÓXIMA ESTAÇÃO DE DEUS em portugués