¿Habla… o, mejor, callar?

Al terminar la Semana Santa, el buzón de mi correo electrónico registraba un considerable aumento de mensajes recibidos en el buzón: muchas felicitaciones escritas o con imágenes. Leí las primeras con atención; pero muy pronto empezaron a resultarme insulsas, huecas, repetitivas… y, nada, nada sugestivas. Me asaltó una primera duda sobre la sinceridad de mis remitentes: ¿se trataba de una mera y aburrida formalidad?

No di más vueltas a esa inservible sospecha, porque se me planteó una segunda duda, más de fondo: ¿Es que puede decirse algo sobre la resurrección? Los cumplidos que nos intercambiamos en estas fechas ¿pueden desvelar algo del hecho central de nuestra fe? ¿Por qué son tan insuficientes nuestras declaraciones pascuales?

De la resurrección es muy difícil hablar. Lo he experimentado como oyente y como predicador. Es casi imposible comunicar algo de lo que no tenemos experiencia, sino sólo esperanza. Pero, como hay que decirlo, abusamos de la imaginación. Recargamos así nuestro discurso con frases pomposas y abstractas. Todas ellas vacías. Una sensación de desencanto, en consecuencia, suele coronar la cuaresma y el triduo sacro de la Pascua.

Los evangelios también son escuetos al hablar del resucitado. De ellos me quedo con tres constantes, que me abren una rendija para entender su misterio:

  • La Pascua decepciona. Una a una se desploman las falsas expectativas. Las cosas no ocurrieron ni ocurren como nuestra fantasía imagina o desea. El Resucitado se hace presente -¡sin duda!-, pero en ocultamiento, en forma soterrada, recatada, casi escandalosa. Casi nadie la advierte. Es el Resucitado, solo Él, quien aviva la sensibilidad ante su presencia.
  • La Pascua provoca el retorno a la comunidad. El Resucitado vincula siempre a su comunidad. No aparta ni distancia de ella. Invita al testimonio, pero desde una pertenencia inequívoca y firme a su grupo, por encima de sus escandalosas limitaciones, miedos y titubeos. Jesucristo resucita, resucitando así a su comunidad.
  • La Pascua exige comprobación. Algo hay que experimentar. Algo debe ocurrir. El electrocardiograma no puede quedar plano. La Pascua despierta algo nuevo; hace nacer un germen,… de esperanza, de resistencia, de confirmación, de amor. Quien es visitado por el Resucitado queda alterado.

Seguiré hablando del Resucitado. Lo haré recatadamente, como quien no sabe. No abusaré de efectismos emocionales, que acaban defraudando. Trataré de sortear mis propias impaciencias y de tolerar las torpezas de mis hermanos. Agradeceré vivir en mi comunidad que milagrosamente se mantiene a pesar de los pesares… y no dejaré de practicar el difícil oficio de seguir esperándole.

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