Geografía/2. El sillón de mamá

Durante aquellos meses difíciles a mamá no le importaba la tele. Nosotros le acompañábamos desde cerca, con el dolor y la pena que se ocultan bajo tantas trivialidades: “¿te traigo algo?”, “¿estás cómoda?”, “¿te apetece un yogurt?”. Ella, tendida en el sofá tras cada operación, nos devolvía las preguntas, multiplicadas.

Desde que le faltaba un pecho parecía más mujer. A medida que su cuerpo se debilitaba su rostro se hacía más fuerte. Cuando nos pedía ayuda su fragilidad se tornaba un regalo para nosotros. Nunca la habíamos querido tanto…

Jamás dejó de trabajar durante las sesiones de quimioterapia. No dejó que la enfermedad ocupara el centro de su vida. Tampoco que nosotros abandonáramos ese espacio sagrado.

Han pasado muchos años desde esos momentos en que, incorporándose en aquel viejo sillón cuando nos creía dormidos, miraba el reflejo de su rostro en el cristal del armario. Todavía conservaba el pelo. Aún era ella. Mamá…

Con todo mi cariño
a todas las mujeres luchadoras
que combaten, que sufren, que aman.

Elevo mi oración
por las que pierden el pelo
y por las que no.

Doy gracias por ti,
y por tu familia…

Martín Areta, cmf

Start typing and press Enter to search