Te escucho.
La luz se nos fue de las manos.
La tarde es apacible
y el vuelo de ese pájaro que apenas ha rozado
tus alas
se llevó tu sonrisa.
Habla.
También tu silencio me contagia.
Habla.
Te escucho.
Te miro a los ojos y su luz
ilumina las esquinas oscuras de mi nombre.
Pero ahora eres tú, delante de mí.
Yo no tengo la palabra suficiente.
Solo tu voz y tu silencio.
Y guardo tus lágrimas
en el sagrado cofre de mi corazón.
Algún día, no sé cuándo,
estallarán en una plácida sonrisa.
Estás inmóvil frente a mí.
Nada me importa más que sentirte.
Nada me importa más que mirarte a los ojos.
Nada me importa más que el relato apacible
de lo que estás viviendo.
Solos tú y yo.
Dame la mano.
El corazón empieza a latir más de prisa.
Mis palabras te sobran en esta hora compartida.
Solos tú y yo y esta tarde en declive hacia la noche.
¿Nos abrazamos?
¿Nos besamos?
Solos tú y yo frente a frente.
Y esta noche descendida que nos cubre.
¡Mira!
Esta noche hay una estrella más que nos alumbra.
Las Palmas, 14 de mayo, 2021
Blas Márquez Bernal, cmf
(FOTO: Hannah Busing)
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