En un contexto global de securización, la relación entre las fronteras y las migraciones internacionales es convertida en una nueva hipótesis de conflicto, esto es, que la respuesta ante la supuesta “amenaza” que representan las migraciones es convertirlas en objeto de seguridad, por tanto, de control y de criminalización. Lo nuevo es que al no ser suficiente el control fronterizo y migratorio en los límites físicos de los países, la perspectiva securitaria viene a “autorizar” la desterritorialización de las fronteras y la externalización de las políticas, esto es, exportar la agenda del control migratorio y fronterizo hasta los terceros países de origen y tránsito de los flujos migratorios.
Lo nuevo, y apenas una consecuencia lógica de lo anterior, es la distorsión, alrededor del campo conocido como “cooperación al desarrollo”: recursos de cooperación al desarrollo que están siendo distorsionados-desviados hacia el control de las fronteras y de los flujos migratorios al interior mismo de los terceros países. Lo que es conocido con el nombre de “condicionalidad migratoria”: yo contribuyo con tu desarrollo, pero tú contribuyes conmigo en el control migratorio.
Se toma el caso de la frontera España-Marruecos como evidencia de la transformación de las fronteras como mecanismo de control migratorio, a través de la conjugación de procesos de securización, desterritorialización fronteriza y externalización de políticas migratorias. La conjugación de estos esfuerzos marcha hacia una mayor eficacia del control fronterizo como pieza clave de la perspectiva securitaria de la política migratoria europea, aunque ello suponga significativos costes: políticos, económicos, sociales, humanitarios. Uno de los dilemas éticos puesto en evidencia es que Europa, particularmente España, al perseguir su seguridad interna vía cooperación al desarrollo, lo que estarían haciendo es financiar la gestión de fronteras y las políticas de control migratorio con ayuda de la Unión Europea.
Las metáforas de las “fronteras porosas” o de las “regiones-fortaleza” se quedan cortas ante la nueva complejidad de las fronteras y su capacidad de desplazamiento y multiplicación. Se puede decir que se trata de fronteras en modo de reconfiguración geopolítica: ahora tienen capacidad de mutación, tienen la propiedad del mimetismo en el medio ambiente-nacional-fronterizo de terceros países de origen y tránsito migratorio. Un buen ejemplo, aunque pueda haber otros significativos, son las fronteras exteriores de la Unión Europea, desplazadas y multiplicadas hasta las propias fronteras de los países del norte de África o del África Subsahariana. Políticas y prácticas refronterizadoras, en pocas palabras, expansionistas, y cuasi coloniales.
José Antonio Benítez Pineda, cmf
(FOTO: Quino Al)