LECTURA (XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO)
Mc 9, 30-37:
El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía:
-«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.»
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
-«¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
-«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
-«El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
COMENTARIO
La semana pasada Jesús preguntaba a sus más íntimos amigos qué pensaban de Él. Este domingo más o menos, nuestro Amigo da la impresión de que quiere seguir creando un poquito de «camorra» entre los suyos.
Después de dejarles claro cuál era su MISIÓN y su destino (muy distinto de lo que ellos se imaginaban) se dirige a ellos con mucha claridad:
-«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
PROPUESTA PARA CUIDAR A LA FAMILIA
Te presentamos unos interrogantes para que en FAMILIA intentéis dar respuesta a lo largo de la semana:
– ¿Te imaginabas tú a Jesús con ese carácter, aparentemente «intransigente» de manera especial con aquellos a los que más quería?
– ¿Tienes claro que nuestra MISIÓN es colaborar con Jesús en la propagación de su Reino?
– ¿Cómo resumirías tú con tres o cuatro palabras el final del Evangelio de este domingo?:
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
-«El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Manuel Devolx Ruano